CONGRESO DE WASHINGTON SOBRE ANTRIRRADIACIÓN Y CONFRONT
La “guerra fría” entre Estados Unidos y Rusia se estaba poniendo candente. Y los líderes del mundo demostrándose mutuamente su “poder” con un número creciente de pruebas de bombas nucleares, también estaban creando consecuencias que les era imposible concebir. Pues aunque una prueba nuclear en Rusia pueda parecer no tener nada que ver con una sesión de auditación en Florida, Estados Unidos, cuando Ronald descubrió que existía una relación entre ellas, se puso manos a la obra. Es decir, además de sus obvios efectos físicos, la radiación estaba ralentizando el procesamiento y el clearing. Además, no era sólo en el sitio geográfico de las pruebas nucleares, sino virtualmente en todo el planeta. Lo que sucedió a continuación fue la convocatoria de un congreso de emergencia en un lugar que no podía haber sido más apropiado: la Sala de las Naciones en Washington, D.C. con vistas a la propia Casa Blanca. Ronald dio a conocer entonces por primera vez sus investigaciones para encontrar todo medio posible para abordar los efectos de la radiación en el cuerpo y su descubrimiento de los asombrosos efectos del ácido nicotínico (niacina). Aquí tenemos toda la historia de lo que Ronald describió como la vitamina “educada” el ácido nicotínico (niacina), y el avance sensacional original que subyace a la tecnología del Recorrido de Purificación. Pero, además, aquí está la historia más importante de la radiación como un factor de aberración prácticamente en cada incidente de la línea temporal completa. A partir de esa revelación, ocurrió una avalancha de avances sensacionales aplicables prácticamente a toda la vida, desde la solución fundamental a la psicosis, hasta la nueva tecnología para elevar a un ser en la escala tonal por debajo de cero, haciéndolo capaz de confrontar cualquier cosa. Y eso es sólo una visión fugaz de lo que contiene este congreso que trae soluciones a problemas tan antiguos como el propio tiempo, y tan actuales como los titulares de hoy.
Leer MásMÁS SOBRE CONGRESO DE WASHINGTON SOBRE ANTRIRRADIACIÓN Y CONFRONT
La capacidad de confrontar es la capacidad de tener espacio. Tienes que tener espacio para tener un universo. ¡Y el espacio es libertad! Y por lo tanto, para ser libre, hay que ser capaz de confrontar. El hombre que huye del enemigo jamás será libre. — L. Ronald Hubbard
Para mediados de los años 50, las pruebas nucleares norteamericanas habían llenado los cielos de Norteamérica con unos niveles alarmantes de polvo radiactivo. Y en ninguna parte era la lluvia radiactiva más intensa que en los enclaves de las pruebas en el desierto de Nevada y en sus alrededores, donde literalmente cientos de explosiones encendieron los cielos de un extremo a otro de varios estados.
De hecho, sólo a unos cientos de kilómetros al sur, en Phoenix, Arizona, L. Ronald Hubbard hablaba de que todo daba un registro “caliente” en un contador Geiger para la detección de radiación. La vegetación, el ganado, incluso el piano en su sala de estar: todo ello era un hervidero de diminutas partículas radiactivas.
Aún mas concretamente, Rusia estaba llevando a cabo sus propias pruebas nucleares, y esto se había convertido ya en una carrera con Estados Unidos para ver quién podía construir más y mayores bombas. Y todo ello significó que esa radiación se estaba extendiendo por todas partes. Sin embargo, a pesar de las cifras crecientes -los niveles de radiación atmosférica se imprimían habitualmente en los periódicos- prácticamente nadie hablaba de los peligros.
Gran parte del público hacía caso omiso, e incluso asistían a fiestas -sin ninguna protección excepto unas gafas de sol- para “experimentar” el destello resultante de una explosión nuclear a unos pocos kilómetros de distancia. En cuanto a aquellos que no les era tan indiferente, todo era un misterio, con gobiernos paranoicos que se ocultaban detrás de un manto de secretismo.
LRH ya había tocado el asunto en su anterior congreso (Congreso de Londres sobre Problemas Humanos), exigiendo un final tanto para el secretismo como para las desinformadas y descontroladas pruebas con armas nucleares. Además, también tomó medidas directas de forma personal, recopilando toda la información que se le había ocultado cuidadosamente al público, para la publicación que había planeado de un “Manual Básico de Defensa Civil”. En cuanto a la urgencia del asunto en cuestión, sus palabras iniciales de la introducción lo decían todo:
Si quince minutos después del ataque atómico estuvieras vivo, ¿cuál sería tu respuesta a estas preguntas?
”1. ¿Están mi familia y mis amigos vivos?
”2. ¿Está el gobierno federal todavía funcionando?
”3. ¿Puedo comprar algo con el dinero que tengo en el bolsillo? ¿Todavía sirve?
4. ¿Dónde conseguiré agua para beber esta noche?
5. ¿Tendré algo para comer mañana y la siguiente semana?
6. ¿Cómo puedo ayudar a otros?
7. ¿Cómo puedo ajustarle las cuentas a los hombres que lanzaron estas bombas?
8. ¿Puede Norteamérica existir ahora?
9. ¿Puede salvarse algo en todo este caos?
10. ¿Cómo puedo conseguir trabajo?
Si murieras, ¿morirías sabiendo que hiciste todo lo que pudiste para que Norteamérica y tu gente pudieran sobrevivir?
Sin embargo, mientras continuaba ese proyecto, también continuaban las investigaciones de Ronald. Y cuando de repente estas incluyeron un innovador descubrimiento de verdadera urgencia mundial, se convocó un “Congreso de Emergencia”. Aviones fletados con destino a Washington saltaron rápidamente de ciudad en ciudad, reuniendo a scientologists por el camino. En cuanto al lugar donde se reunieron aquel domingo -29 de diciembre de 1956-, este no podía ser más apropiado: el hotel Washington Nations Hall, en la avenida Pensilvania, con vistas a la Casa Blanca.
Subiendo al podio para la conferencia de apertura, Ronald no desperdició tiempo en explicar en qué consistía esa emergencia. Habiendo observado una relación directa entre el progreso de los casos y los crecientes niveles de radiación, Ronald declaró:
Que alguien haga estallar una bomba en Rusia por encima de aquí no tiene nada que ver con que proceséis a un preclear en Poughkeepsie, ¿no? Nada que ver con ello. Eso es sencillo. Ese debe de ser un hecho inconexo. La velocidad del clearing de un preclear en Orlando, Florida, no tiene nada que ver con la fisión atómica, ¿no?
Escuchad, cuando finalmente se relacionaron esos dos hechos, me puse rojo de ira.
Después de impartir tres conferencias y dos sesiones de auditación de grupo ese primer día, desveló sus descubrimientos que se relacionaban con la inmediata amenaza. Aquí estaba el Dianazene, un compuesto de varias vitaminas, así llamado en relación con su capacidad para manejar los efectos en el cuerpo al modo de Dianética. Y a lo que LRH se refería específicamente era a una de las vitaminas contenidas en esa fórmula, el ácido nicotínico (niacina), y su descubrimiento de su notable relación con la radiación: capaz de hacer que el cuerpo enrojeciera con la forma exacta de una quemadura solar del pasado.
Sin embargo, no importa lo legendario que ahora se haya vuelto ese descubrimiento en la Tierra moderna, los descubrimientos adicionales que Ronald reveló eran verdaderamente universales, extendiéndose por la eternidad misma. Pues esa es la verdadera historia de la radiación, que no solo se remontaba a un tiempo en que los objetos cotidianos proporcionaban su propia iluminación, sino que explicaba cómo y por qué la radiación era un factor inherente en prácticamente cada incidente aberrativo en toda la línea temporal completa de un ser.
Todo lo cual explica también por qué la investigación en el asunto de la radiación dio como resultado tantos hitos como contiene este congreso: desde los globales descubrimientos sobre el havingness y el confront, hasta el programa más fundamental para extender las respuestas de Scientology por todas partes: Proyecto de Tercera Dinámica.
Y esa es la historia que hay detrás del primer Congreso Antirradiación, que trae soluciones a problemas tan antiguos como el tiempo mismo, y tan actuales como los titulares de hoy.